La
palabra que azota
Se
desarraiga el beso con amores mortecinos,
la
palabra que azota, sucumbiendo al dominio.
¿Donde
está la puerta para escapar,
el
mármol con su nombre escrito ?
Los
años felices se hicieron espino,
y
quisiste mirar…mirar a ese hombre
que
golpeaba el cofre de tu resistencia,
con
la saña de un verdugo que pide los despojos.
Cierras
los ojos mientras acosa la alimaña,
la
poca luz de un golpe que pide clemencia,
¨
siempre serás mía ¨
entre
lágrimas que retumban en tú corazón envejecido.
Violado
el gesto que se consume en silencio,
al
horror de asentir en los débitos del hombre que hiere,
los
míseros clavos del auxilio en una casa irreconocible,
donde
mueres poco a poco
en
la sentencia del olvido.
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